Barracas se llevó un gran triunfo ante un Central muy desorientado

Señoras y señores, señales inequívocas en Central de cara al clásico. Porque lo que debía ser una jornada tranquila de cara al clásico del domingo próximo se transformó en un verdadero bochorno futbolístico, que terminó con bochorno dentro y fuera de la cancha, con los ánimos alterados en cada rincón del Gigante, con recriminación de parte de los hinchas hacia los jugadores y, de algún sector también, hacia el entrenador Kily González. Lacerante derrota de Central a manos del Humilde y limitado Barracas Central, que con poquito se las ingenió para poner al canalla en una situación de desorientación absoluta y envuelto en esa impotencia que supo conseguir. Una previa al clásico de las que peores que pudo vivir, pero que finalmente vivió.

Es imposible que en situaciones como estas, en la que hay un clásico a la vuelta de la esquina no se hable de las sensaciones que pueda tener un equipo en la previa de ese partido que genera una expectativa desmedida. Es probable que este Central haya tenido la noche que tuvo por las propias deficiencias que tiene como y que las presiones previas al clásico no hayan tenido la mínima injerencia, pero pareció todo lo contrario. Porque las ataduras fueron tales y notorias, porque la liviandad fue indiscutible y porque la falta de temperamento, especialmente cuando logró ponerse en ventaja, resultó alarmante. Todo eso fue un rejunte de sensaciones que desembocaron una puesta en escena endeble y que lo único que hizo fue alterar el ánimos de los hinchas que, como no podía ser de otra forma, se expresaron y con ganas, cargando sin miramientos contra todo y contra todos.

Qué decir de un partido que a Central se le presentó en bandeja y que en ese comportamiento lógico de ambos equipos en el inicio puso a Central en un contexto de dominio absoluto, con intenciones de manejar absolutamente todo frente a la resignación absoluta de Barracas Central. Por eso le fue sencillo al equipo del Kily manejar pelota y geografía, aunque claro, ya en ese comienzo que pareció un verdadero monólogo Central empezó a dejar en claro que le costaba horrores encontrar el desequilibrio de tres cuartos de cancha hacia adelante. Hasta que llegó ese centro de Blanco que Paz interrumpió con el puño derecho para que Ruben no conectara de aire, el penal y el grito de Marco, para el delirio de un Gigante que por ese entonces tiraba paredes con la euforia.

Pero paradójicamente ese gol fue un quiebre para mal en Central, porque Barracas empezó a complicarlo. Es cierto, Vecchio lo tuvo primero y Ruben después en el primer tiempo, pero no pudieron. Ventaja justa y transitoria, pero sin que nadie pudiera imaginar lo que vendría, que no fue otra cosa que el desguace futbolístico de un equipo que rápidamente entró en un proceso de descomposición.

El zapatazo de otro partido de Arce ya provocó angustia, pero lo peor estaba por venir, con ese yerro infantil de Komar que terminó en el revolcón de Servio y la definición de Sepúlveda. Fue el inicio de la bronca generalizada, el momento en el que apareció el “movete canalla moverte”.

Llegaron rápidos los cambios del Kily, pero anda cambió esa fisonomía de equipo abatido. Porque salvo una pelota en cortada de Covea para Ruben que el 9 no pudo controlar, no hubo otra jugada de peligro.

Y llegó la mediavuelta de Castro y al toque la definición del propio Castro ante un estatismo pocas veces visto de una defensa que fue el fiel reflejo de lo que estaba ocurriendo en el partido. Un verdadero mazazo, que provocó ahí sí la descarga furiosa de parte de los hinchas hacia los jugadores y también hacia el técnico mientras cada vez más proyectiles volaban al campo de juego.

Tan lacerante fue la derrota que hasta cayócomo una burla que Dóvalodiera cuatro minutos de adición, porque todos querían que cuanto antes terminara una historia que debía ser de amor y fue de desencanto.