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Rosario Central recibió una dura derrota ante Talleres
El equipo del Kily fue goleado 4 a 1 por el líder en un partido en el que ni siquiera pudo imponer condiciones jugando con uno más. Duro golpe para el canalla.
En un partido para el olvido, un golpe de los que duelen. Eso fue Central en el Mario Alberto Kempes, donde paseó sus flaquezas, a partir de las cuales se comió una derrota de aquellas, y justa por cierto, que pudo ser maquillada en esos malos errores del gol anulado a Gino Infantino y la convalidación del tanto de Valoyes, pero ni siquiera esas jugadas puntuales sirvieron para disimular las diferencias entre dos equipos que jugaron a cosas completamente distintas. Talleres jugó, Central apenas lo transcurrió al partido y eso le valió para replantearse unas cuantas cosas.
Si hubo pretensiones de protagonismo en la previa, cuando el equipo salió al césped del Mario Kempes las dejó bien guardadas en el vestuario, porque lo que se vio desde el minuto uno al 48, en el que llegó el descuento de Alan Marinelli, fue un equipo transitando el partido, jugando a nada pero sobre todo dejando jugar a Talleres. Es que se primer tiempo de una diferencia abismal entre uno y otro fue de juego, de actitud y de inteligencia. Talleres siempre supo lo que quería, Central jamás pudo expresarlo.
Se trató del peor inicio de un partido de mucho tiempo a esta parte. La liviandad con la que el canalla intentó sobrellevar el choque contra el líder resultó un lastre demasiado pesado. Conducción cero de parte de Lo Celso, sorpresa cero por las bandas con Zabala y el Pupi Ferreyra y retroceso demasiado pobre del equipo entero. Eso era Central frente a un Talleres que vio que con poco podía alcanzarle, y hasta sobrarle. Las dos primeras estuvieron en los pies de Retegui, pero ambas resultaron de fácil resolución para Broun. Ahora, a ese ritmo tarde o temprano el partido se iba a romper. Y se rompió.
En un centro pasado, Blanco le marcó al Pupi Ferreyra que tuviera cuidado con la marca de Tenaglia por la pelota volvía al área. No sólo no volvió, sino que fue la posición del lateral cordobés, sin que el Pupi pudiera hacerle sombra. Una jugada y un gol. Un ejemplo acabado de lo que a esa altura ya era Central. Y llegó el centro de Auzquie que Broun alcanzó a cortar, y el centro preciso de Martino para que Retegui no perdonara de cabeza e inmediatamente el centro de Valoyez para que Retegui se luciera nuevamente.
¿Central? Un culto a la nada, que encontró una pizca de alivio en ese zapatazo de Marinelli en el final del primer tiempo en lo que fue el primer remate canalla al arco. Sí, tal cual. Ciento por ciento de eficacia, pero con un condimento especial: ya había sufrido tres en su propio arco.
Si había algo que podía pedir Central en el amanecer del segundo tiempo era un gol a favor o la expulsión de un rival. Dos situaciones que pudieran ponerlo definitivamente en partido. Pasó lo segundo (de manera injusta para la T), con la roja de Enzo Díaz, pero ni siquiera con eso el canalla entendió qué tipo de partido debía jugar. Porque rápidamente respondió con ese gol de Infantino en el que el primer asistente vio offside de Ruben (no existió), pero de ahí en más, poco y nada. Es más, Talleres jamás se incomodó ni se sintió en una situación de zozobra. Se acomodó rápido a la inferioridad numérica.
Cómo explicar si no ese mano a mano de Retegui que dio en el palo y en el que Broun tuvo que intervenir para ahogarle el grito a Tenaglia. Cómo explicar si no otro mano a mano en el que Fatura le ganó el duelo a Valoyes. Claro, en el medio la historia ya se había empezado a resolver con ese gol de Valoyes que debió ser anulado por offside de Komar.
Pero resultó apenas una gragea en medio de un partido desigual, sin equivalencias, al que Central pensó en encararlo con ínfulas de protagonismo y que terminó sufriéndolo por propia incapacidad.