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María Valenzuela llegó a Ushuaia para empezar su tratamiento odontológico

Después de contar que fue víctima de mala praxis, la actriz fue en busca de un odontólogo de confianza que quiere devolverle la buena salud.

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María Valenzuela no pierde las esperanzas de volver a tener una vida normal. Llegó a Ushuaia para comenzar un tratamiento dental y el especialista que la atenderá -que es muy amigo suyo- le prometió hacer todo lo posible para que pueda volver a alimentarse correctamente.

En diálogo con Socios del espectáculo (eltrece), la actriz aseguró que decidió escrachar al dentista que le arruinó la boca y la salud cuando se dio cuenta de que nunca iba a pasarle el nombre de la aseguradora por la mala praxis de la que fue víctima. “Viajo también para sacarme el estrés y asimilar lo que me pongan. La pasé muy mal estos dos años, y por la pandemia no había nadie que me atienda”, comentó.

Valenzuela remarcó que estuvo muy angustiada, comiendo papilla y cansada de tener que masticar un pedazo de pollo durante 15 minutos. “Un día mordí una medialuna y sentí un ‘crajj’. Se me rompió una muela. Yo estaba sensible y cualquier cosa me afectaba. Me escribían que era un monstruo y una calavera. Me cansé”, dijo antes de subirse al avión.

María Valenzuela detalló el tratamiento dental que hará para curarse

María Valenzuela está viviendo un calvario hace tres años por culpa del odontólogo al que le confió su salud bucal. El trabajo que le hicieron quedó mal y no puede comer alimentos sólidos, por lo que tiene un avanzado estado de desnutrición.

Después de contar que pesa 35 kilos, María Valenzuela habló en Intrusos sobre su infierno. “Empecé a sentir dolor en las encías, se empezaron a ver los pernos”, sostuvo.

Desde alguna parte del mundo, el responsable de su dolor la mandó a un especialista: “Cuando vi al nuevo dentista me dijo: ‘Yo jamás hubiera hecho este trabajo en tu boca. Te tiene que ver un cirujano para implante de huesos’. Me comentó que el trabajo saldrá entre 3 y 4 millones de pesos”.

Valenzuela reconoció que en los últimos tres años la internaron varias veces por su bajo peso. “Hoy veo las estrellas. Cepillarse los dientes es un dolor insoportable”, cerró angustiada.

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