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Asesinaron a balazos a un vecino cuando llegaba a su casa en Villa Gobernador Gálvez

Sergio Daniel Benítez, de 32 años, fue ejecutado mientras regresaba de visitar a su madre. Fue el 11º crimen en lo que va del año en la localidad

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Las últimas lluvias dejaron a la vista las peores postales del barrio Costa Esperanza, en una de las zonas más empobrecidas de la zona ribereña de Villa Gobernador Gálvez. Es que lluvia y pobreza nunca se llevaron bien. Por José Ingenieros al 100 bis, al filo de la medianoche del viernes, asesinaron a balazos Sergio Daniel Benítez, empleado de una empresa carrocera de 32 años y con un hijo de 7 años a su cargo. Según contaron sus vecinos, el hombre regresaba a su vivienda cuando fue sorprendido antes de entrar por atacantes de los que no se sabe si iban a pie o en algún vehículo. Se escucharon cuatro disparos y tres de los proyectiles alcanzaron a la víctima en un hombro, el tórax y la pierna izquierda. El hombre fue asistido por familiares que lo trasladaron en un auto hasta el hospital Anselmo Gamen, donde nada pudieron hacer por él. Su nombre se sumó como el 123 homicidio en lo que va del año en el departamento Rosario, 11 de ellos en Villa Gobernador Gálvez.

Doce horas después de que el intendente Alberto Ricci regresara a su ciudad con un bolsón con promesas de parte del ministro de Seguridad de la provinica, Claudio Brilloni, entre ellas la llegada de cuatro móviles policiales con sus dotaciones respectivas y corredores seguros por pedidos de un centenar de remiseros tras el crimen de Raúl Eduardo Benítez, otro crimen sacudió la vecina ciudad. Y la casualidad hizo que las últimas dos víctimas compartieran apellido, aunque entre ellos no había vínculos familiares. “No hay lazos parentales entre las víctimas, sólo es una casualidad del destino que ambos se apellidaran de la misma manera”, explicó un vocero policial.

Y como si al contexto le faltaran más elementos, Villa Gobernador Gálvez estuvo mencionada en las crónicas de los últimos tres crímenes del departamento Rosario. El miércoles alrededor de las 23 Carlos Emanuel Fernández, de 25 años, fue asesinado cuando salía tras participar en un rito umbanda en una casa de pasillo de Caseros al 1700. El muchacho vivía en inmediaciones de Chacabuco y pasaje Villar, en el rosarino barrio Tablada. Ese homicidio se dio ante los ojos de un remisero de la empresa Talleres, quien en principio fue demorado por orden de la fiscal Carla Cerliani y posteriormente liberado.

Veintidós horas más tarde, alrededor de las 21 del jueves, Raúl Eduardo Benítez, también chofer de la remisería Talleres, fue ejecutado a balazos en el interior de su Chevrolet Corsa en cercanías de Alem y Doctor Riva, en el barrio Tablada. Y una de las hipótesis de la investigación es que ambos hechos podrían estar vinculados ya que junto al cadáver del remisero había un cartel con la rúbrica “Yiyo presente”, haciendo referencia casual o no al apodo de Fernández.

En Costa Esperanza

Sobre uno de los paredones laterales del frigorífico Paladini se levantan tres barrios popularmente conocidos como La Vigil, Bajada Vigil y Costa Esperanza. Este último supo ser una de las madrigueras del “Gordo Dany” Noguera, quien maneja una de las franquicias de la banda de Los Monos en la ciudad al sur del Saladillo. Las denominaciones catastrales dentro de Costa Esperanza están ligadas directamente a la actitud de baqueano del vecino que oriente. “Siga derecho hasta aquel auto azul que esta estacionado y de ahí serán otros 100 metros. Siga y pregunte que le van a saber decir más adelante”, guió al cronista un residente. Las calles conocidas son Comandante Espora, 20 de Junio y José Ingenieros (las que topan contra el río o la barranca); y en ese marco Ecuador es la última transversal de peso. A partir de ahí todo es por aproximación y en la mayoría de las casas se ven sobre los techos las antenas de la televisión satelital.

José Ingenieros al 100 bis serían unos 250 metros al este desde calle Ecuador por una calle barrosa que va hacia la barranca. La zona es un pedazo de tierra acostumbrado a los vaivenes de las disputas territoriales. “La verdad es que en el último tiempo se escuchan disparos todas la noches, pero no como hace un par de años, que era a todo momento”, explicó una vecina. Los residentes cuentan su diario vivir tratando de que el resto de sus pares no escuchen lo que dicen. Todo relato es en tono de murmullo y el miedo que tienen se entiende y se percibe. “Este es un barrio muy áspero”, explicó otra vecina.

Sergio Benítez vivía a escasos metros de la “S” que hace calle José Ingenieros antes de llegar a la barranca. Allí vivía junto a su padre, una hermana y su pequeño hijo de 7 años que estaba a su cargo. Su madre reside a unos 300 metros de allí, sobre Ecuador y a metros del Club Infantil Riberas del Paraná. Los vecinos contaron que Benítez no tenía, en apariencia, problemas con nadie. Muchos de sus familiares residen en la misma barriada y la gente del lugar relató que el viernes alrededor de la medianoche, cuando caían las últimas gotas de lluvia, el hombre regresaba de la casa de su madre cuando fue sorprendido por los atacantes antes de llegar a su domicilio y terminó desplomado por las balas. Su hermana, quien lo estaba esperando, salió al escuchar las detonaciones y en el auto de otro familiar lo trasladó al Hospital Gamen, donde nada pudieron hacer. La investigación del crimen quedó en manos del fiscal Adrián Spelta.

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